Uno de los objetivos de la nueva monarquía absoluta era uniformizar y centralizar el poder político y la administración de los distintos territorios. Felipe V promulgó los Decretos de Nueva Planta, y se llevó a cabo una reforma de la administración del Estado.
Se originó una estructura política unitaria e idéntica del rey, a excepción del País Vasco y Navarra, que mantuvieron sus fueros y privilegios fiscales.
Se suprimieron las cortes de los respectivos reinos y se las integró en las Cortes de Castilla.
La reforma de la administración disminuyó el poder de los consejos. El Consejo de Estado pasó a tener un papel secundario. El Consejo de Castilla absorbió al Consejo de Aragón.
El rey delegaba su poder en las Secretarías de Estado de despacho, sustitutas de los antiguos consejos.
Las decisiones de estos organismos centrales dependientes del poder real transmitían al resto de territorios, donde eran ejecutados por funcionarios, ello dio lugar a un nuevo sistema de administración territorial, dividir el territorio en provincias a cuyo mando estaba un capitán general, las audiencias tenían las competencias judiciales.
En cada provincia se creó la figura del intendente, que desempeñaba funciones como el control de las obras públicas, la recaudación de impuestos y el fomento de la economía, para limitar la autonomía de los ayuntamientos, se impuso en los municipios a los corregidores.
ADMINISTRACIÓN EN AMÉRICA
Las reformas administrativas se iniciaron con la reorganización de los virreinatos del Perú en tres:
de Nueva Granada, del Río de la Plata y el del Perú.La gestión de los virreyes se dividieron los virreinatos en intendencia, los intendentes tenían amplias
atribuciones fiscales, económicas y militares.En el siglo XVIII se añadieron nuevos territorios a los virreinatos.