Para seguir el proceso de centralización, se emprendió la reforma de la Hacienda. El nuevo modelo fiscal se introdujo en la Corona de Aragón aprovechando la supresión de su autonomía tras la derrota en la guerra. Se impuso una cantidad fija a cada territorio, que debía ser recaudada entre sus habitantes según la riqueza de cada contribuyente. Se implantó el catastro.
El marqués de la Ensenada, intentó extender el nuevo modelo al resto de España y se llevó a cabo el llamado catastro de Ensenada, un inventario de todas las propiedades y bienes que permitió evaluar la riqueza y el nivel de ingresos de los habitantes de cada población, para facilitar la imposición retributiva.
Por otra parte, durante la primera mitad del siglo los monarcas pretendieron favorecer la economía con una política mercantilista, que suponía la intervención del Estado para dirigir la actividad económica, sobre todo el comercio. Se suprimieron las aduanas internas con el objetivo de facilitar el comercio interior. Se reorganizó el comercio con América.
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